a las miradas inquisidoras,
a la malagana,
a la basura en el piso,
al militar del puente,
a los estereotipos de niña y de niño, de bueno y de malo,
de blanco y de negro.
Le objeto a la ignorancia y al exceso de entretenimiento,
a los héroes que no existen,
a la costumbre del olvido y la indiferencia,
al consumo exuberante,
al pan-y-circo,
a no dolerse con otro/a.
Pero sobretodo le objeto a no detenerse y disfrutar el día,
le objeto a no inventar molinos y gigantes,
a perderme una fiesta,
un grito,
una sonrisa,
un amante,
un beso,
un libro
y un canto.
Ihasa Tinoco